Por casi veinte años pertenecí a una institución de
élite, de prestigio, de vanguardia, de alta ética, una institución muy seria y parece
que yo no era nada de eso porque un día me expulsaron; la causa de la
expulsión, dicha de la manera más resumida posible fue “debilidad ideológica demostrada”
y sobre eso algún día escribiré con todos los detalles bien dolorosos por
cierto en el plano personal - familiar.
En esa institución devengaba un salario que se puede
definir como “alto” y también tenía acceso a otras facilidades económicas, además,
en ese entonces mi difunta primera esposa recibía una diminuta pensión por
problemas de salud y vivíamos con nuestro hijo que era menor y estudiaba; para
vivir en Cuba nuestra situación económica era satisfactoria.