Visitar donde viviste, esa sencilla casa que un día fue la mía, es un
reto a las emociones, hay emboscadas mentales detrás de cada pared, es para mí,
un lugar de doloroso juego constante entre el consiente, el subconsciente, la razón,
la realidad, la verdad, los deseos, el amor y la nostalgia.
Cuando estoy lejos duele, pero con menos frecuencia o intensidad; si te pienso,
te imagino por allá en tu multitarea cotidiana y no me interesa saber o
recordar mucho más.
En mi entorno habitual reciente, casi nunca has estado, el tiempo que más
compartimos fue, sin lugar a dudas, mi niñez, mi adolescencia, mi juventud (casi
nada) y esa etapa quedó muy atrás, formé un hogar, otra familia y cuando nos
veíamos, cuando estábamos juntos, era siempre en esa casa, en ese patio que
hoy, es el hoy del “ya no estás”.