(Éste
artículo es libre de ser leído pero está dirigido de manera exclusiva a mis
amistades y familia dispersa por éste mundo)
Cuando
tenía 12 ó 13 años de edad (1976 – 1977), por mis ahorros de la
mesada semanal y con la ayuda de mis padres, me compré un anhelado artefacto,
una cámara fotográfica marca SMIENA, de fabricación Rusa.