A
primera vista desconcertaba las expectativas y a los curiosos se le escapaba un
“¡Ahhh!” de desencanto porque en realidad no era gran cosa, sobre todo el
tamaño físico que es lo que más se espera e impresiona de estos seres, algo que
dignifica la apariencia de todo gigante y Emiliongo ni siquiera llegaba al
humano forzudo talla normal, medio desgarbado y con aspecto de muerto de
hambre, más bien flaco y de mediana estatura.