Vivimos en un mundo donde la tecnología
es a veces avasalladora y la gran locomotora que la empuja, el Dios mercado y especialmente, el mercado de la información, hace presa fácil de los más desprotegidos para
enfrentar esa global avalancha que siempre son los más jóvenes y específicamente, los niños.
Pero desde todos los tiempos los adultos
se han propuesto tener siempre a su alcance los niños loros, garantizando o
perpetuando no solo su descendencia biológica o su linaje, han ido un poco más
lejos, hemos tratado de perpetuar de manera forzada nuestras convicciones,
principios o ideales, nuestras creencias políticas o religiosas, hemos
adoctrinado a nuestros críos sin darle ninguna oportunidad de elección para
bien y muchas veces para mal.