viernes, 14 de noviembre de 2014

Ya no estás

 Visitar donde viviste, esa sencilla casa que un día fue la mía, es un reto a las emociones, hay emboscadas mentales detrás de cada pared, es para mí, un lugar de doloroso juego constante entre el consiente, el subconsciente, la razón, la realidad, la verdad, los deseos, el amor y la nostalgia.

Cuando estoy lejos duele, pero con menos frecuencia o intensidad; si te pienso, te imagino por allá en tu multitarea cotidiana y no me interesa saber o recordar mucho más.

En mi entorno habitual reciente, casi nunca has estado, el tiempo que más compartimos fue, sin lugar a dudas, mi niñez, mi adolescencia, mi juventud (casi nada) y esa etapa quedó muy atrás, formé un hogar, otra familia y cuando nos veíamos, cuando estábamos juntos, era siempre en esa casa, en ese patio que hoy, es el hoy del “ya no estás”.


Sucede entonces que no logro acercarme al dichoso sitio pensando o consciente de tu falta, voy concentrado en otras cosas, perdido en preocupaciones o felices pensamientos y cuando llego, de golpe tengo que descubrir cada vez que no lo soñé, ya no estás.

Y si todo el malestar solo fuera al llegar, la punzada del momento, ese golpe de la realidad usando la zancadilla de la costumbre…., pero como decía, hay una emboscada, una trampa detrás de cada puerta y de cada pared;  mi lógico razonar, de tan fuerte estímulo visual, familiar y paternal que allí me rodea, en muy breve tiempo queda totalmente embotado, haciéndome creer que todo está igual que antes y me aclimato, me relajo, mi consciente se acomoda en conveniente amnesia, me parece que ese día es como cualquier otro mucho tiempo atrás, te creo y te siento cerca y la explicación de no verte,  es seguramente que estás temporalmente fuera de mi vista, andas por ahí, en el patio haciendo alguna cosa y tu cigarrito que “cualquier día de estos voy  a dejar” y quiero buscarte para conversar de las cosas que más hablábamos, de tus nietos, mis hijos, del último juego de pelota que perdió o ganó el equipo local y luego, en algún triste instante me toca redescubrir una y mil malditas veces que ya no estás.

Pienso que si pasara mucho tiempo en la vieja casa, seguramente todo sanaría aceleradamente, porque me acostumbraría más rápido; a mi hermana ya le va doliendo menos, ella sabe que no estás y mi ancianita madre, a sus tantos años, su memoria y su lucidez no funcionan con la plenitud suficiente como para que le afecte más que sus propios dolores físicos.

Entonces resulta que no me queda de otra que andar muy alerta y vigilante cuando voy por allá, curiosamente alerta en el único lugar que siempre fue todo lo contrario; no puedo confiarme de mis sensaciones, debo aferrarme fuerte a la realidad para no ser sorprendido por traidores estereotipos que me atraen dulcemente, me hacen alucinar y olvidar por completo durante instantes maravillosos, tu definitiva ausencia.

El peor de todos los despertares y de manera recurrente ha sido, casi tener a flor de labios la orate y prohibida pregunta al no encontrarte, de querer saber por dónde andas, esperando además tranquilamente, la respuesta de costumbre; “fue a darle una vuelta a los animales”.


Lo realmente triste es, que en ese fugaz instante, en ese precioso lapsus de tiempo, en que me pierdo de la realidad, sin lugar a dudas y para mí, estás y entonces tiendo a querer quedarme por allí contigo, colgado de mi embeleso, pero no se puede, no se debe, no es sano y hay que seguir adelante con todo el dolor de extrañarte y con tu buen recuerdo.

4 comentarios:

  1. Muy real y lindo tu enfoque de verlo asi y poder trasmitirlo de esa manera me gusta mucho besitos y cuidate

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  2. Muy lindo y con mucho sentimiento. Imagino el dolor de tu perdida y entiendo perfectamente tu sentir.. EPD tu viejo!!

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  3. Me queda su sonrisa dormida en mi recuerdo y el corazón me dice que no lo olvidaré... bendeciré el haberlo conocido y haber formado parte de su vida.

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