Foto de archivo. Un frozzen en la Habana |
No voy a hacer mucha
historia, al menos historia muy lejana, solo de 1970 a nuestros días y solo
algunos rápidos vistazos.
Si entramos al pueblo de
Consolación del Sur por la carretera central viniendo del Éste, de la capital,
después de pasar el parque "Antonio Maceo", en la próxima esquina, había estado
por años una construcción compuesta (cuando visité el lugar por primera vez),
por un trío comercial, en el orden de la dirección descrita, primero una
peletería,le seguía una típica bodega cubana en las que se compra con la
libreta de abastecimiento o racionamiento, los productos de la canasta básica o
lo que va quedando de ellos y a continuación la conocida cafetería “La Villa”
con bebidas y alimentos ligeros; su competidora más cercana era la cafetería
“EL Toro” al otro lado de la calle pero frente al parque.
Continuando por esa cuadra, hay
unas casas de vivienda, tres o cuatro y cerrando la esquina de la cuadra estaba
el único “Hotel” de Consolación con el mismo nombre, “La Villa”, no sé la
historia, pero me imagino que por allá por 1931, (fecha que consta en el arco
de entrada al hotel), seguramente todo eso había sido propiedad de la misma
persona que vivía en alguna de esas casas intermedias, pienso, porque no he
investigado el asunto, tal vez alguien de los lectores más viejos que conocen
bien Consolación del Sur me lo puede aclarar y así enriquecer este artículo.
A lo lejos la Iglesia, a la derecha se observa un plano del hotel La Villa. |
En el tiempo que comencé a
visitar La Villa cafetería, las croquetas eran de carne con algo de harina para
aglutinar la masa o hacerla más sólida, más compacta y que no se deshicieran al
freírlas, hoy las croquetas en casi todas partes de ésta isla, son de harina
con algo de fibra animal, de cualquier parte del animal y tal vez cualquier animal,
incluso sin animal y de manera muy honesta así es informado en el menú, “masa
saborizada” y el otro componente en abundancia hoy en día
son los sazones y saborizantes artificiales.
Hablando de la croqueta, recuerdo
ahora una señora allá por el barrio conocido en Consolación como el “Número
Uno”, cerca del parque “Martí”, ese parque que hace una rotonda, bueno por aquel
lugar vivía Tata, que a base de croquetas, batidos y dulces en conserva hizo
prácticamente una fortuna y se compró una suntuosa casa de dos pisos por el reparto
sevillano, en la Habana.
Tata no sabía ni leer ni escribir pero a la aritmética básica, como lo demostró, le sabía un mundo. Tata tampoco pagó al fisco porque cuando aquello toda su actividad económica estaba “al margen de la Ley” y no había manera de legalizarla, el trabajo particular era siempre clandestino; si aún vive, Dios quiera que sí, debe estar con su familia en Miami y tengo mucho que agradecer a ella y a esa familia.
Tata no sabía ni leer ni escribir pero a la aritmética básica, como lo demostró, le sabía un mundo. Tata tampoco pagó al fisco porque cuando aquello toda su actividad económica estaba “al margen de la Ley” y no había manera de legalizarla, el trabajo particular era siempre clandestino; si aún vive, Dios quiera que sí, debe estar con su familia en Miami y tengo mucho que agradecer a ella y a esa familia.
Bueno, este pequeño relato
no es para la croqueta antes y después ni para contar mucho sobre aquella
emprendedora, trabajadora e inteligente mujer que de la nada y con sus manos, construyó
casi un imperio.
La verdadera noticia que
conmovió todo Consolación referente a la cafetería “La Villa” fue por los años 78 ó 79,
cuando instalaron al final de aquel largo mostrador de la cafetería, una
máquina de Frozzen.
El pueblo estaba
conmocionado y todos hablaban del asunto y todos querían probar aquel “helado”;
en realidad estas máquinas llegaron con el nombre en varios colores de
“COPPELITA” ó “COPPELYTA”, la verdad no recuerdo, pero como el coppelia en la rampa
habanera era muy conocido o mencionado, alguien
tuvo la idea de rebautizarlas y nadie decía “vamos a tomar un frozzen”, lo que
la gente quería era tomar “copelitas” y con aquella maravilla de barquillo también comestible, dejaba a muchos asombrados y la curiosidad era mucho mayor, hubo
personas que lo mordía con miedo que fuera como especie de un envase plástico o
de otro tipo y que les hiciera daño, que los “empachara”.
A un precio módico, creo que
de 30 centavos o menos, de dos sabores posibles y rizado en la palanca llave del
medio; la gente del campo que iba a cualquier gestión al pueblo nunca iban a
regresar a casa sin pasar por el copelita de la cafetería “La Villa” y por otra
parte el nuevo servicio de La Villa era uno de los argumentos más fuertes para
fugarnos en cualquier momento de las escuelas.
Por todo ello era un lugar
de mucha demanda, de mucha cola, un lugar de obligado encuentro, por un tiempo
fue el centro del pueblo a pesar de que un frozzen ni siquiera es un helado
verdadero, un frozzen es sencillamente un refresco, un líquido emulsionado, helado,
congelado, un casero y criollo duro-frío con un poco de estilo y elegancia, sin olvidar la novedad del barquillo que se comía. Esa fue la época también, como
compañero de esta refrescante chuchería del sorbeto, la galleta sorbeto.
Creo que aquellas máquinas
se importaron de Argentina o Europa, tengo dos versiones pero eso no es de
tanta importancia. Seguramente el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) en
funciones por aquellos tiempos, debe haber tenido algo que ver en todo esto.
Con el uso y el paso del
implacable, estas máquinas fueron desapareciendo porque no había repuestos y
sus componentes se fueron deteriorando y un día quedó solo el cuerpo principal
del aparato empotrado en el piso como uno más de tantos monumentos al deterioro
y el desgaste que ha poblado éste país por años.
Luego desaparecieron por
completo, estaban todos estos aparatos por ahí olvidados, tirados en alguno de
tantos almacenes de ociosos, fuera totalmente de la vista; hasta que después de
los noventa, con la legalización del trabajo privado, “cuenta propia”,
“emprendedores”, los veteranos equipos salieron a las calles nuevamente como pequeños
frankensteines, con compresores modernos y piezas adaptadas, pero con un
funcionamiento óptimo y listos para los negocios; tengo la impresión que todo
ese tiempo desaparecidos se reprodujeron e hicieron familia porque ahora
reaparecían multiplicados por todas partes y no había una cuadra de cada ciudad
en Cuba que no hubiera alguna de estas, congelando una variedad de mezclas que
tenían entre sus ingredientes desde arroz hasta almidón de yuca con variados sabores
para lograr el objetivo final. Imagino que en cada portal donde había una de
estas máquinas, en la parte trasera existía también un laboratorio de ensayos
con fórmulas súper secretas y hasta misteriosas, como las pócimas de brujas..
Antes de la demolición, parte exterior de La Villa. |
La Villa demolida |
Después de su reapertura, he estado en ella algunas
veces por un refresco o por unas galletas para chicos o ancianos y siempre miro
la esquina donde estaba aquella refrescante maquinita que tanto revuelo causó
en Consolación., a la vista todo ha cambiado, se ve más bonito y moderno pero la
gastronomía estatal, sin importar el monto de lo invertido, nunca ha funcionado
bien en este país.
Hace unos días entré con mi
niña, más que a golosinas o un bocado, necesitaba dinero en billetes más pequeños
para cumplir con ciertos encargos de entrega, había una familia en una de las
mesas y dos meseras que hacían cuentas, lo que se llama acá “cuadrando la caja”,
frase que también tiene muchos otros significados y usos pero surge
precisamente de éste momento crucial que estaba presenciando y que nunca tiene
para cuando acabar.
Al final una de ellas
levanta la vista y le dice a la joven que esperaba por el servicio para cumplir
con el pedido familiar que esperaba en la mesa.
-Buenos días, ¿en qué puedo
ayudarla?
Realmente no la pudo ayudar
en nada, no habían líquidos, ni cervezas, ni refrescos, ni en latas ni en
botellones, en ninguna de las dosis posibles; entonces pide bocaditos y la mujer
exclama:
-¡¡ay no!!, Los platillos de poner al microwave están
bajo llave, lo siento.
Si no fuera medio trágico, entonces fuera tremendamente simpático, aquellos clientes no pueden gastar un
centavo y se retiran; la cafetería es ahora toda mía y como había tenido tiempo
disponible para evitar zancadillas y encrucijadas voy al seguro.
-Un helado para la niña por
favor.
-Ohhh pero va tener que
tomarlo con tenedor porque no tenemos cucharillas desechables.
Cualquiera que no ha vivido
en este país pudiera pensar que estoy inventando, que es una broma que ésta
anécdota es producto de mi imaginación, lamentablemente es totalmente real.
Pero como los guapos no
toman sopa y si lo hacen es solo y excepcionalmente con tenedor…
Ellas comentaban que los
platillos para el microwave si los tenían pero bajo llave y el que tiene las
llaves no ha llegado y “si hay, si hay y las cucharillas también”.
Desde mi mesa mientras mi
hija perforaba la crema helada con las útiles puntas de un tenedor desechable,
sonriente y muy calmado le comento a la mesera o dependiente que se notaba un
poco nerviosilla,“usted no se da cuenta que para los efectos del cliente da los
mismo que los platillos y las cucharas estén en Alaska o a dos metros, porque
si no están disponibles, sencillamente no hay, no existe lo que suele llamarse servicio
gastronómico.
No se puede negar el
desarrollo pero en la antigua “La Villa” sin aire acondicionado, sin neveras
lumínicas y sin microwave las cosas funcionaban un poquito mejor, no por
eficaces, sencillamente cuando aquello, en la edad de piedra, con menos
tecnología, también había menos dependencia de utensilios, las variables eran
pocas y fáciles de ser controladas. Es una lástima porque el rinconcito aquel
en medio de tanto calor suele ser muy confortable y cargadito de recuerdos al
menos para mí.
La Villa en la actualidad |
Eddy saludos.que tiempos aquellos tan felicez.y no lo sabíamos .besosss
ResponderEliminarCuando iba a casa de mi abuela, ese siempre fue una parada obligatoria, gracias
ResponderEliminarEste es uno de los artículos más graciosos que he leído de ti, lo he leído y traducido para mi audiencia acá.... jajajaja
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