Son varios medios y varias personas que
plantean que el pueblo cubano es un pueblo instruido pero poco educado, en mi
opinión también lo creo así y la educación es una cuestión que se puede
observar en cada manifestación o aspecto de la vida social; lo mismo esperando
un transporte, que en un hospital, que entre conductores en la vía o tan solo cuando
se cruzan dos personas y también cuando llamamos por teléfono, que es el tema
para este artículo de hoy.
Las personas que han abierto sus ojos en
un mundo moderno o al menos con una casa actualizada en las comodidades básicas
de un mundo moderno, no tienen idea del significado, del valor de uso (para
citar solo uno de los valores) de cada uno de esos medios o aparatos a su
alcance.
En aquel batey de Santa Bárbara donde
trascurrieron mis primeros años de vida y donde vivían unas cien familias,
solo existía un teléfono y por haber sido propiedad del hacendado Montalvo que
se fue con el triunfo de la revolución y por lo menos entre otras cosas dejó
una raya, digo, una línea, que no es lo mismo, porque esta era telefónica.
Alexander Graham Bell |
El teléfono fue algo increíble y
sorprendente, no solo cuando Alejandrito lo patentó en 1876, también lo fue cuando
yo lo descubrí, sobre todo en un país que el transporte ha sido difícil en toda
época que he conocido y un teléfono es casi como un medio de transporte
instantáneo a otro lugar, algo que los mal educados pierden de vista porque se
meten en los hogares de familia en los días y horarios más inoportunos
posibles.
Una de las cosas más interesantes en mis
vacaciones escolares de cada año en la capital, allá por el reparto Nuevo
Miraflores, era aquel complicado aparato empotrado en una pared frente al
apartamento del edificio donde vivía mi familia, he buscado imágenes en Internet para mostrarlo, pero no hay, así de antiguo era aquel teléfono público
que existía en la Habana por los años 70; todo de negro y sus partes metálicas
niqueladas, muy elegante como si vistiera de esmoquin, era delgado y muy alargado,
como el Quijote, los de hoy la mayoría se parecen más a Sancho.
Yo siempre lo miraba más de lo normal
pero de reojo, disimulando, como se mira
a una chica que te interesa pero sin que nadie te vea, ni ella, en el caso del
teléfono para no parecer tan guajiro y creo que en el otro también; pero como
no tenía a quien llamar era solo amor platónico.
Contaba con 37 años de edad cuando tuve
el privilegio de que me instalaran un teléfono en mi apartamento en Pinar del
Río con los beneficios que se conocen y con las molestias de las llamadas
equivocadas, sobre las que creo haber hecho, sino un doctorado en todos estos
años, al menos un tratado en la materia.
A cualquiera se le tuercen los dedos al
marcar o el subconsciente lo traiciona y marca un número equivocado, hasta la
vista nos puede jugar una mala pasada, nadie está exento de cometer ese error
PERO es justo en el momento contiguo a la equivocación que realmente nos
lucimos, que podemos mostrar nuestra buena o pésima educación y nuestro
elemental coeficiente de inteligencia o también hacer público, que no contamos
con nada de lo anterior, que las neuronas disponibles en nuestro diminuto
cerebro son incapaces de almacenar un número telefónico de más de dos dígitos.
Tanto el increíble Hulk como el Doctor
Jekyll tienen un punto umbral que provoca la transformación, uno en un colérico
monstruo verde de gran tamaño y el otro, en el malévolo Mr. Hyde; en mi caso cuando
suena el teléfono y me sueltan éste saludo a boca de jarro yo también me
transformo.
- ¿Qué e eso ahí, quien tú eres?
Sin un “buenos días”, sin un “hola”,
“me hace el favor” y además, con el tuteo
más agresivo posible.
Si
usted llama, es como si tocara a una puerta y seguro pretende que ésta se le abra,
usted es quien está “afuera” y nunca pretenderá que los de adentro se
identifiquen, el que tiene que identificarse para entrar y decir lo que quiere
es usted.
Yo para estos casos esté donde esté pero
sobre todo en mi casa, tengo una respuesta preparada y de tantas veces usada la
he convertido en un reflejo y lo hago con la mayor naturalidad del mundo: “Ministerio de relaciones exteriores, ¿Con
quién desea hablar?”; para dar esta respuesta no es de importancia para mí,
que me resulte familiar o conocida la voz que llama; unas veces me dicen “ay disculpe yo pensaba que llamaba a una
casa particular” y otras solo cuelga sin que se le escuche ni la
respiración.
Que me disculpen los del mencionado
ministerio pero un día fue lo que usé sin pensar y me gustó y me he quedado en
ese ramo de la diplomacia internacional.
Está un tipo de equivocado que no lo
acepta y casi te convence que el equivocado eres tú, porque estás viviendo en
una casa equivocada, él está totalmente convencido que ese número que le dieron
es de Robertico y Robertico tiene que vivir en ese lugar o a lo sumo se debe
estar mudando en ese mismo instante.
Los peores son esos que no aceptan y
repiten la llamada y tú les explicas con toda la paciencia, que si continúa
digitando los mismos numeritos seguirás respondiendo tú mismo, que no habrá un
milagro porque es una cuestión de programación matemática.
Están los equivocados muy receptivos a
su error pero padecen de un mal geolocalizador y viven con un concepto erróneo
de que el orden numérico telefónico tiene una relación total y directa con la
ubicación geográfica urbana y te piden que les digas, les describas, algunos
puntos de referencia geográficos cercanos a tu posición para de esa manera analizar,
en su algoritmo raro y personal, si ya están acercándose al número deseado
por ubicación de posicionamiento geográfico. ¡Increíble!.
Han llegado algunos equivocados a pedir
que deje descolgado mi equipo para ellos continuar marcando el mismo número “a ver si contesta la otra persona”.
El otro problema quizás hasta más
irritante es de horarios y no tiene que ver únicamente con los equivocados y
eso es hasta peor, se trata de nuestros conocidos, amigos, compañeros de
trabajo, familia.
Se supone que usted puede llamar a los
bomberos en cualquier momento de las 24 horas y cualquier día del año, pero a
una casa de familia donde puede haber niños, ancianos, donde existen privacidad,
nuestro espacio personal con horarios y días de descanso, es elemental que no
se puede llamar en cualquier momento.
Nadie debe llamar a una casa entre los
horarios de 10 PM y 7 AM a menos que sea realmente una urgencia y la llamada
represente una solución a un problema casi de vida o muerte.
Usted no puede llamar un domingo a una
casa antes de las 10 AM, no puede llamar días de descanso después del almuerzo
porque muchos duermen; mi viejo trabajaba incansablemente, pero ese horario de
descanso era sagrado, pero bueno a Emilio nadie pudo despertarlo al menos por vía
500; y las otras molestias son las referidas a los momentos en que la familia
reunida a la mesa, se alimenta; tan inaceptable de la misma manera que las
anteriores molestias.
Por suerte existen actualmente muchos
recursos tecnológicos a nuestra disposición para protegerse y hacer menor el
efecto indeseado de poseer un teléfono en el hogar, algo que siempre será muy
beneficioso.
Antonio Meucci |
Nada amigos, que el teléfono es uno de
los invento más polémico y generador de
múltiples problemas desde que fue creado, una maldición que arrastra consigo,
porque desde que Alejandrito lo patentó, los derechos fueron reclamados por
Antonio Meucci, quien fuera reconocido como su único inventor solo en el
cercano 2002 y esto que les digo seguramente se ha reflejado también en las
batallas campales en el barrio cubano, cuando los CDR, en algún momento
asignaban estos útiles aparatos; comisiones y más comisiones y disgustos y más
disgustos entre vecinos.
Jeje .menos mal que yo nunca tuve tele fijo .jajaj.
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