Los padres sin la menor duda queremos siempre lo mejor para nuestros
hijos, tratamos de dotarlos de la mejor preparación para la vida que esté a
nuestro alcance y como es muy lógico presionamos en el estudio todo lo posible
para que siempre saquen las mejores notas, que a la vez éstas garantizaran las
mejores carreras universitarias y las mejores opciones en la vida.
Muchas veces se llega a los extremos y de sobra sabemos que ningún
extremo es muy saludable y que al final la vida de una manera u otra nos pasará
la cuenta de aquel elemento en la educación de los muchachos que quedó trunco o
descuidado, abandonado o fue suprimido del todo en aras de estudiar, estudiar y
estudiar.
Cada etapa en la vida de un ser humano tiene sus propios códigos por los
que se distinguen o se definen, tanto en lo biológico como en lo social, lo que
conforma un todo inseparable a los que se le llama de muchas maneras y tiene
infinidad de complejidades en su estudio así como otro tanto de
interpretaciones pero al final es lo mismo, personalidad.
Una de las necesidades fundamentales de los adolescentes o la principal,
es su propio reconocimiento en el grupo y su integración al mismo, su vínculo social
con sus iguales y la calidad de ese vínculo le da toda la seguridad emocional
que necesita, de la misma manera que lo fue para el niño jugar y jugar a toda
hora y sin descanso.
Los padres estrictos basados en determinadas reglas morales - sociales
que actúan en ocasiones como barreras invisibles, incluso, la influencia de
“buenas” prácticas religiosas, como “ser un buen cristiano temeroso de Dios”, llevadas
a su máxima expresión pueden llegar a actuar en los psicológico como amputaciones importantes en la personalidad en
formación de los chicos; terrenos y situaciones sociales por los que no se les
permite nunca aventurarse y practicar el ejercicio de la
exploración, dejando muchas lagunas en el aprendizaje social y hasta mares
enteros en muchas ocasiones.
Hay adolescentes que desde niños tuvieron una vocación tremenda para el
estudio y sus padres le exigieron más y después mucho más, les inculcaron que
todo fuera del estudio era casi indigno, nimiedades para otro momento, porque
siempre se supone que “ya habrá tiempo para eso”
En esas categorías entra desgraciadamente muchas veces el amor, el amor
de adolescente, de juventud, que llega como un torrente inmenso, como un río
desbordado, con una fuerza descomunal y sabemos muy bien de lo que estoy
hablando, es peor que una enfermedad no mortal que te aprisiona y no te deja
respirar; tan natural como la primera eyaculación espontanea o la primera
menstruación.
Hay padres, entornos familiares que increíblemente logran en los chicos
principalmente en chicas, crearles especie de un reflejo condicionado sobre la
teoría de que “un novio será el fracaso de los estudios”, un desperdicio de su
precioso tiempo, algo que distraerá su atención y la perjudicará irremediablemente;
logran que repitan con sus propias palabras como una cotorra lo que ni siquiera
comprenden y en contra de su propia naturaleza, como si realmente estuvieran
convencidos y fuera verdad absoluta, como si lo sintieran realmente, “no me interesa
tener relaciones, lo que quiero es solo estudiar”.
Se consagran al estudio y a las oraciones de “no tendré novio, no tendré
novio”, no importa de dónde puedan venir los intentos de conquistas, años
vienen y van, la postura se robustece, enseñanza media, media superior,
universidad, inicio de vida laboral y
virgen sin pecado concebido.
Como parte de sus necesidades los jóvenes necesitan de estas relaciones
como del aire que respiran, es un crimen su prohibición o la estimulación a su
renuncia, es un tipo de aberración que les crea un desconocimiento abismal
sobre el tema y no le da ninguna preparación para la vida posterior que
llevaran.
Pienso que este asunto como muchos otros, debe llevarse con la adecuada
moderación, en total confianza con los padres, con la mejor orientación posible
y la mejor comunicación del mundo pero por favor, disfrutando de cada momento
en la vida, de cada pétalo de rosa que luce en el jardín, de cada fruta en el
árbol, de cada paisaje, de cada sentimiento verdadero y genuino que surge en
los jóvenes y así en cada etapa de nuestras vidas sin descuidar la tarea
principal que puede ser el estudio o el trabajo.
Esa "evacuación" de sentimientos incuestionablemente crea muchos “anticuerpos” del tipo social,
da una coraza medianamente fuerte para lo que vendrá, para lo que habrá que
enfrentar y sobre todo nutre a los jóvenes de muchas lecciones sobre “elecciones
riesgosas” o malas elecciones; se aprende a “sufrir” por el amor perdido, a
cargar con corazones rotos, a sentirse como si la tierra intentara tragarte y
que es el fin del mundo por no ser correspondido(a) o porque tu novio está con
otra o porque se pelearon “definitivamente”, pero nosotros, los más viejos, los padres,
sabemos perfectamente que todo eso pasa y los chicos se fortalecen, aprenden a
lidiar con este “dolor” y cumplir además con sus obligaciones, lo que se dice
un curso complementario para asuntos de amoríos futuros.
Casi me atrevería a decir en el sentido humorístico del asunto que hay
que portarse mal alguna vez y que te saquen del aula un día, disfrutar sin
permiso de la piscina que te queda cerca de la escuela, amar con todo el
corazón, con la pujanza y la fuerza que sientes, esos fracasos no te mataran y
te fortalecerán mucho. No se puede ser todo el tiempo Puntualita Aplicada y
Correctino Pretencioso y siempre, siempre, sin dejar de estudiar, salta,
brinca, baila, corre, respira y sobre todo, ama.
Y así, como en la letra de Rubén Blade, evitaremos que los padres de Ligia
Elena se pregunten “..¿en dónde fallamos?..”; aunque bueno, no es el
mejor ejemplo tal vez, porque en la letra referida se habla de la “cándida niña
de la sociedad que se ha fugado con el trompetista de la vecindad”, o sea,
estratos sociales y discriminación racial, clase media, quizás alta,
mezclándose con aquel musiquito de clase baja y no es para nada el peligro real al que me refiero.
Pero sí suceden después las peores elecciones porque no se aprendió a
elegir cuando se debía y la mejor manzana cae en el hocico de aquel puerco despreciable y todo el mundo queda muy
sorprendido y mucho más, cuando llega todo tipo de trauma y problema
diverso con reacciones desproporcionadas.
Mucho se ha escrito sobre el tema y en mi artículo no hay mucho de
novedoso me parece, pero éste, además de servir para mi desahogo personal puede
resultarle más ameno y de lenguaje más simple, usted sabrá y no me pregunte
cómo hacerlo porque eso siempre será diferente para cada padre y para cada
hijo, yo solo le deseo mucha suerte, lamento mostrarles éste feo pájaro y no
ayudarlo mucho con la jaula.
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