martes, 16 de agosto de 2016

Cafetería “La Villa” y el Coppelita de Consolación del Sur



Foto de archivo. Un frozzen en la Habana

No voy a hacer mucha historia, al menos historia muy lejana, solo de 1970 a nuestros días y solo algunos rápidos vistazos.


Si entramos al pueblo de Consolación del Sur por la carretera central viniendo del Éste, de la capital, después de pasar el parque "Antonio Maceo", en la próxima esquina, había estado por años una construcción compuesta (cuando visité el lugar por primera vez), por un trío comercial, en el orden de la dirección descrita, primero una peletería,le seguía una típica bodega cubana en las que se compra con la libreta de abastecimiento o racionamiento, los productos de la canasta básica o lo que va quedando de ellos y a continuación la conocida cafetería “La Villa” con bebidas y alimentos ligeros; su competidora más cercana era la cafetería “EL Toro” al otro lado de la calle pero frente al parque.



Continuando por esa cuadra, hay unas casas de vivienda, tres o cuatro y cerrando la esquina de la cuadra estaba el único “Hotel” de Consolación con el mismo nombre, “La Villa”, no sé la historia, pero me imagino que por allá por 1931, (fecha que consta en el arco de entrada al hotel), seguramente todo eso había sido propiedad de la misma persona que vivía en alguna de esas casas intermedias, pienso, porque no he investigado el asunto, tal vez alguien de los lectores más viejos que conocen bien Consolación del Sur me lo puede aclarar y así enriquecer este artículo.
A lo lejos la Iglesia, a la derecha se observa un plano del hotel La Villa.

 En el tiempo que comencé a visitar La Villa cafetería, las croquetas eran de carne con algo de harina para aglutinar la masa o hacerla más sólida, más compacta y que no se deshicieran al freírlas, hoy las croquetas en casi todas partes de ésta isla, son de harina con algo de fibra animal, de cualquier parte del animal y tal vez cualquier animal, incluso sin animal y de manera muy honesta así es informado en el menú, “masa saborizada” y el otro componente en abundancia hoy en día son los sazones y saborizantes artificiales.


Hablando de la croqueta, recuerdo ahora una señora allá por el barrio conocido en Consolación como el “Número Uno”, cerca del parque “Martí”, ese parque que hace una rotonda, bueno por aquel lugar vivía Tata, que a base de croquetas, batidos y dulces en conserva hizo prácticamente una fortuna y se compró una suntuosa casa de dos pisos por el reparto sevillano, en la Habana.

Tata no sabía ni leer ni escribir pero a la aritmética básica, como lo demostró, le sabía un mundo. Tata tampoco pagó al fisco porque cuando aquello toda su actividad económica estaba “al margen de la Ley” y no había manera de legalizarla, el trabajo particular era siempre clandestino; si aún vive, Dios quiera que sí, debe estar con su familia en Miami y tengo mucho que agradecer a ella y a esa familia.


Bueno, este pequeño relato no es para la croqueta antes y después ni para contar mucho sobre aquella emprendedora, trabajadora e inteligente mujer que de la nada y con sus manos, construyó casi un imperio.


La verdadera noticia que conmovió todo Consolación referente a la cafetería “La Villa” fue por los años 78 ó 79, cuando instalaron al final de aquel largo mostrador de la cafetería, una máquina de Frozzen.


El pueblo estaba conmocionado y todos hablaban del asunto y todos querían probar aquel “helado”; en realidad estas máquinas llegaron con el nombre en varios colores de “COPPELITA” ó “COPPELYTA”, la verdad no recuerdo, pero como el coppelia en la rampa habanera  era muy conocido o mencionado, alguien tuvo la idea de rebautizarlas y nadie decía “vamos a tomar un frozzen”, lo que la gente quería era tomar “copelitas” y con aquella maravilla de barquillo también  comestible, dejaba a muchos asombrados y la curiosidad era mucho mayor, hubo personas que lo mordía con miedo que fuera como especie de un envase plástico o de otro tipo y que les hiciera daño, que los “empachara”.


A un precio módico, creo que de 30 centavos o menos, de dos sabores posibles y rizado en la palanca llave del medio; la gente del campo que iba a cualquier gestión al pueblo nunca iban a regresar a casa sin pasar por el copelita de la cafetería “La Villa” y por otra parte el nuevo servicio de La Villa era uno de los argumentos más fuertes para fugarnos en cualquier momento de las escuelas.


Por todo ello era un lugar de mucha demanda, de mucha cola, un lugar de obligado encuentro, por un tiempo fue el centro del pueblo a pesar de que un frozzen ni siquiera es un helado verdadero, un frozzen es sencillamente un refresco, un líquido emulsionado, helado, congelado, un casero y criollo duro-frío con un poco de estilo y elegancia, sin olvidar la novedad del barquillo que se comía. Esa fue la época también, como compañero de esta refrescante chuchería del sorbeto, la galleta sorbeto.


Creo que aquellas máquinas se importaron de Argentina o Europa, tengo dos versiones pero eso no es de tanta importancia. Seguramente el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) en funciones por aquellos tiempos, debe haber tenido algo que ver en todo esto.


Con el uso y el paso del implacable, estas máquinas fueron desapareciendo porque no había repuestos y sus componentes se fueron deteriorando y un día quedó solo el cuerpo principal del aparato empotrado en el piso como uno más de tantos monumentos al deterioro y el desgaste que ha poblado éste país por años.


Luego desaparecieron por completo, estaban todos estos aparatos por ahí olvidados, tirados en alguno de tantos almacenes de ociosos, fuera totalmente de la vista; hasta que después de los noventa, con la legalización del trabajo privado, “cuenta propia”, “emprendedores”, los veteranos equipos salieron a las calles nuevamente como pequeños frankensteines, con compresores modernos y piezas adaptadas, pero con un funcionamiento óptimo y listos para los negocios; tengo la impresión que todo ese tiempo desaparecidos se reprodujeron e hicieron familia porque ahora reaparecían multiplicados por todas partes y no había una cuadra de cada ciudad en Cuba que no hubiera alguna de estas, congelando una variedad de mezclas que tenían entre sus ingredientes desde arroz hasta almidón de yuca con variados sabores para lograr el objetivo final. Imagino que en cada portal donde había una de estas máquinas, en la parte trasera existía también un laboratorio de ensayos con fórmulas súper secretas y hasta misteriosas, como las pócimas de brujas..
Antes de la demolición, parte exterior de La Villa.
 
Volviendo a la cafetería La Villa, hace como unos 10 años (2006), todo aquello fue demolido, menos las viviendas y el hotel, demolido casi hasta los cimientos y se construyeron una minitienda moderna de la cadena recaudadora de divisas y al final donde estaba la cafetería se construyó otra de las que ahora se conocen como “Rápidos”, confortables, climatizados y con ofertas variadas y con todas las instalaciones básicas de la era moderna en lo que se refiere a cafeterías. 

La Villa demolida



Después de su reapertura, he estado en ella algunas veces por un refresco o por unas galletas para chicos o ancianos y siempre miro la esquina donde estaba aquella refrescante maquinita que tanto revuelo causó en Consolación., a la vista todo ha cambiado, se ve más bonito y moderno pero la gastronomía estatal, sin importar el monto de lo invertido, nunca ha funcionado bien en este país.


Hace unos días entré con mi niña, más que a golosinas o un bocado, necesitaba dinero en billetes más pequeños para cumplir con ciertos encargos de entrega, había una familia en una de las mesas y dos meseras que hacían cuentas, lo que se llama acá “cuadrando la caja”, frase que también tiene muchos otros significados y usos pero surge precisamente de éste momento crucial que estaba presenciando y que nunca tiene para cuando acabar.


Al final una de ellas levanta la vista y le dice a la joven que esperaba por el servicio para cumplir con el pedido familiar que esperaba en la mesa.


-Buenos días, ¿en qué puedo ayudarla?


Realmente no la pudo ayudar en nada, no habían líquidos, ni cervezas, ni refrescos, ni en latas ni en botellones, en ninguna de las dosis posibles; entonces pide bocaditos y la mujer exclama:


-¡¡ay no!!,  Los platillos de poner al microwave están bajo llave, lo siento.


Si no fuera medio trágico, entonces fuera tremendamente simpático, aquellos clientes no pueden gastar un centavo y se retiran; la cafetería es ahora toda mía y como había tenido tiempo disponible para evitar zancadillas y encrucijadas voy al seguro.


-Un helado para la niña por favor.


-Ohhh pero va tener que tomarlo con tenedor porque no tenemos cucharillas desechables.


Cualquiera que no ha vivido en este país pudiera pensar que estoy inventando, que es una broma que ésta anécdota es producto de mi imaginación, lamentablemente es totalmente real.


Pero como los guapos no toman sopa y si lo hacen es solo y excepcionalmente con tenedor…


Ellas comentaban que los platillos para el microwave si los tenían pero bajo llave y el que tiene las llaves no ha llegado y “si hay, si hay y las cucharillas también”.


Desde mi mesa mientras mi hija perforaba la crema helada con las útiles puntas de un tenedor desechable, sonriente y muy calmado le comento a la mesera o dependiente que se notaba un poco nerviosilla,“usted no se da cuenta que para los efectos del cliente da los mismo que los platillos y las cucharas estén en Alaska o a dos metros, porque si no están disponibles, sencillamente no hay, no existe lo que suele llamarse servicio gastronómico.


No se puede negar el desarrollo pero en la antigua “La Villa” sin aire acondicionado, sin neveras lumínicas y sin microwave las cosas funcionaban un poquito mejor, no por eficaces, sencillamente cuando aquello, en la edad de piedra, con menos tecnología, también había menos dependencia de utensilios, las variables eran pocas y fáciles de ser controladas. Es una lástima porque el rinconcito aquel en medio de tanto calor suele ser muy confortable y cargadito de recuerdos al menos para mí.
La Villa en la actualidad


3 comentarios:

  1. Eddy saludos.que tiempos aquellos tan felicez.y no lo sabíamos .besosss

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  2. Cuando iba a casa de mi abuela, ese siempre fue una parada obligatoria, gracias

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  3. Este es uno de los artículos más graciosos que he leído de ti, lo he leído y traducido para mi audiencia acá.... jajajaja

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