
Tal vez su arma secreta era precisamente todo lo anterior, aparentar que
era un tipo común y que lo subestimaran porque verdaderamente contaba con todos
los atributos restantes de un incuestionable gigante; era incansable,
infatigable, fuerza hercúlea con zancadas de siete leguas como buen gigante,
puro coraje y su poder mayor estaba agazapado en cada célula de su cuerpo, una
voluntad de acero.
Siempre usó toda su energía y sus dones para el bien, para el trabajo, para el amor, para crear y construir, para cuidar y alimentar a la familia; Emiliongo era un gigante de bondad, de nobleza y pulcritud.
No obstante que siempre fue un pacifista consagrado, sus batallas fueron casi incontables, combatió años de hambre y lo venció comiendo cosas que los hombres no comen.
Siempre usó toda su energía y sus dones para el bien, para el trabajo, para el amor, para crear y construir, para cuidar y alimentar a la familia; Emiliongo era un gigante de bondad, de nobleza y pulcritud.
No obstante que siempre fue un pacifista consagrado, sus batallas fueron casi incontables, combatió años de hambre y lo venció comiendo cosas que los hombres no comen.
Nunca le faltó trabajo, todos quieren siempre tener gigantes en su equipo y por eso rompió montes enteros
para hacer caminos y carreteras, fue esclavo, cowboy, cocinero, mayordomo,
sirviente y “domador” de leones en el
circo aquel de los Montalvos, los que luego se fueron cuando le intervinieron
propiedades y el chalet, administró granjas y cultivó mucho arroz; alguna de
estas tareas en paralelo, porque en su día contaba cada minuto como doble…
Cuando fue esclavo se batió un día contra unos asaltantes que lo encañonaron para robarse las armas de su amo, unos que decían que con ellas harían revolución o que al menos revolucionarían las cosas.
Cuando fue esclavo se batió un día contra unos asaltantes que lo encañonaron para robarse las armas de su amo, unos que decían que con ellas harían revolución o que al menos revolucionarían las cosas.
Luchó contra la soledad porque todo el tronco de su gigantesca
familia, madre y hermanos se fueron al Norte huyendo de calor del trópico y de
la llegada del diablo que aunque no lo fuera tal vez, la creencia lo hacía
real. Nunca más vio a su madre ni a muchos de sus hermanos atrapados en la
política de los hombres o en las mezquindades de las épocas.
Emiliongo el increíble, se tuvo que batir con la administración de una de las primeras granjas avícolas creadas después del 59, la “Lenin”, en medio de la nada, en medio de pantanales y fanguisales, allá por Santa Bárbara o “El Cementerio de los Vivos” como su esposa le llamaba, un lugarcito que durante la temporada ciclónica o de lluvias, se incomunicaba totalmente, solo helicópteros y carros anfibios podían ir a ver al gigante, el que increíblemente seguía alimentando a sus gallinas y sacando sus posturas a tierra firme.
Emiliongo el increíble, se tuvo que batir con la administración de una de las primeras granjas avícolas creadas después del 59, la “Lenin”, en medio de la nada, en medio de pantanales y fanguisales, allá por Santa Bárbara o “El Cementerio de los Vivos” como su esposa le llamaba, un lugarcito que durante la temporada ciclónica o de lluvias, se incomunicaba totalmente, solo helicópteros y carros anfibios podían ir a ver al gigante, el que increíblemente seguía alimentando a sus gallinas y sacando sus posturas a tierra firme.
Emiliongo el invencible también contaba historias a sus hijos, a sus
nietos, leyendas de sus años mozos que hacía volar la prolífera imaginación de
los chicos, la pelea contra los perros jíbaros, la serpiente gigante que le
comió un pie mientras dormía en las lomas y se escapó cuando la abrió en dos
con una cuchilla de afeitar, de cómo capturó al secuestrador de niños que los
atraía en la noche con la luz de los cocuyos.
Emiliongo el inmortal montaba a la familia menuda en sus poderosas rodillas de gigante que convertida en grupa hacían de caballo, entonces Emiliongo interpretaba un raro diálogo desconocido en un acento también foráneo, seguramente de tierras de gigantes:
Emiliongo el inmortal montaba a la familia menuda en sus poderosas rodillas de gigante que convertida en grupa hacían de caballo, entonces Emiliongo interpretaba un raro diálogo desconocido en un acento también foráneo, seguramente de tierras de gigantes:
“-Oiga amigo, ¿para donde usted va?, ¿a la fiesta?; pues si no monta caballo,
hombre no va a fiesta?
“-Pues yo monta caballo y va a fiesta”
-Kiribin, kiribin, kiribin, kiribin, kiribin, decía mientras “el caballo”
galopaba y se alejaba con la risa de su jinete.
Este gigante también se enfrentó a muerte con un toro bravo y salvaje, el
fiero animal gustó del abundante sudor de su camisa y se la estaba comiendo indefensamente
colgada en un arbusto, la camisa era poca cosa, pero las imágenes familiares en
sus bolsillos eran como la melena de Sansón, eran el talismán del gigante, pobre
toro, nunca esperó tales puños de una figura común.
Emiliongo gustaba de las bromas, de la mesa llena de familia y abundante comida criolla, del cigarro y del buen café, no se perdía partido de beisbol, así fuera de campeones en grandes ligas o de desconocidos entre matorrales; tampoco podías dejar su modesta casa de gigante sin que hubiera compartido contigo lo que tuviese, poco o mucho, pero te lo daba, era su obsesión también gigante.
¡Cuántos amaneceres y puesta de sol habrá visto esos ojos de gigante en sus más de noventa años!, cuántos huracanes, cataclismos, diluvios universales y locales; cuántas cosechas habrá recogido de ese mismo lugar donde las sembró, cuántos nacimientos y cuantas pérdidas de amigos, familiares; seguramente mucho de todo eso y más todavía.
La resistencia de un gigante a las adversidades es… bueno el hombre teme del tiempo, el tiempo de las pirámides y las pirámides de los gigantes, por eso muchos querían saber de qué estaba hecho Emiliongo y esperaron a que envejeciera tremendamente y cuando pensaron que no tenía fuerzas ni voluntad, le comieron sus testículos para ver si ahí estaba su fortaleza y como no resultó, los riñones, luego medio cerebro, le mordieron sus pulmones, probaron hasta su próstata gigante pero nada lo hacía declinar, Emiliongo con una mueca en sus ojos (porque el dolor gigante no se puede ocultar fácilmente) y una risita medio fingida, se burlaba y resistía.
Emiliongo gustaba de las bromas, de la mesa llena de familia y abundante comida criolla, del cigarro y del buen café, no se perdía partido de beisbol, así fuera de campeones en grandes ligas o de desconocidos entre matorrales; tampoco podías dejar su modesta casa de gigante sin que hubiera compartido contigo lo que tuviese, poco o mucho, pero te lo daba, era su obsesión también gigante.
¡Cuántos amaneceres y puesta de sol habrá visto esos ojos de gigante en sus más de noventa años!, cuántos huracanes, cataclismos, diluvios universales y locales; cuántas cosechas habrá recogido de ese mismo lugar donde las sembró, cuántos nacimientos y cuantas pérdidas de amigos, familiares; seguramente mucho de todo eso y más todavía.
La resistencia de un gigante a las adversidades es… bueno el hombre teme del tiempo, el tiempo de las pirámides y las pirámides de los gigantes, por eso muchos querían saber de qué estaba hecho Emiliongo y esperaron a que envejeciera tremendamente y cuando pensaron que no tenía fuerzas ni voluntad, le comieron sus testículos para ver si ahí estaba su fortaleza y como no resultó, los riñones, luego medio cerebro, le mordieron sus pulmones, probaron hasta su próstata gigante pero nada lo hacía declinar, Emiliongo con una mueca en sus ojos (porque el dolor gigante no se puede ocultar fácilmente) y una risita medio fingida, se burlaba y resistía.
¡Muérete gigante y no sufras más!, no aguantes más, no soportes más…!!deja
de ser gigante y muere como los hombres, de una vez.
¡Y duele tanto ver a un gigante morir deshecho!, son demasiados pedazos para asimilar; un hombre común tiene partes finitas pero Emiliongo no, es gigantesco su montón de fragmentos, está desperdigado por doquier, a donde quiera que miras ves su huella, el surco que dejó sus zancadas, la marca de sus garras, porque este Emiliongo del que hablo, el gigante, en sus buenos tiempos tenía unas manos que sostenían brazas sin quemarse y podía detener una locomotora en marcha si cerraba fuerte su puño y entonces no puedes escapar del dolor tremendo de ver morir a un gigante.
En casa guardo tres de las mejores partes de Emiliongo, el buen gigante, sus nientos, Eddy, Amalia y a Emilio, (como su abuelo).
Algunas Fotos:
Esta foto fue tomada el día de su cumpleaños 20 (28 de Mayo de 1941) y dedicada a su entonces novia Gudelia, su compañera por más de 67 años.
La siguiente es una copia del carnet de la Central de Trabajadores de Cuba que lo ubica incuestionablemente como administrador de la mencionada Granja "Lenín" en Santa Bárbara.
Al Dorso:
En estas última Emilio y Gudelia celebran sus Bodas de Oro en julio de 1997
Genial... me ha dado mucho gusto conocer a Emiliongo
ResponderEliminarY a mi me ha dado mucho gusto tu comentario. Emiliongo sigue resitiendo en cuidados intensivos, gracias por tus palabras
EliminarBrillante narración hermano
EliminarSabes que soy medio soñador .que virtud de ser desendiente de gigantes
Y darme la oportunidad de yo buscar a mi gigante ..una lección más de vida hermano
Que belleza lo que has escrito.. que triste se me aguuaron los ojos. Te admiro eres un hijo especial. DIOS TE DE FUERZAS y te ayude en este momento dificil.
ResponderEliminarBueno que decirte, ya lo lei como siempre hago cada vez quepublicas
ResponderEliminaruno, tenga que hacer lo que tenga que hacer primero lo leo y he llorado
tu eres mi Gabriel Garcia Marquez ahora, y pienso que ese ser que te dio
la vida debe estar muy orgulloso de ti no solo por las palabras que le
has dedicado sino por lo buen hijo, padre, hermano y amigo que eres
Te quiero Gisel y felicidades por el dia de los padres
Primo una vez más me sacas las lágrimas, una familia tan unida y feliz como hemos sido todos y con recuerdos tan alegres y no puedo despues de leer lo que escribes evitar llorar y querer que los que ya no estan y mencionas, pudieran estar y disfrutar de tus articulos, eso lo haría nuestro Emiliongo y nuestro Miguel, en momentos como estos los extraño mucho
ResponderEliminarEl Gran Gigante Emiliongo después de 13 días en cuidados intensivos, falleció ayer 17 de Junio de 2014 en la ciudad de Pinar del Río a las 10:45 AM, hora local. Gracias a todos por sus palabras y el apoyo que muchos me han dado. Mi viejo ya descansa en paz.
ResponderEliminarHola hermano, voy saliendo de la selva en camino para la ciudad y ya entro conexión y leo tu noticia y luego tu publicación; es muy incómodo escribir desde un auto por estos malos caminos pero no puedo esperar. Realmente así es la vida y el final siempre es ese, Emilio tuvo una vida plena y como hombre noble, leal y honesto que fue, estuvo siempre rodeado de mucha gente que lo quería; pero aun así, siento mucho q haya sucedido pero eso es más natural que nacer.
ResponderEliminarMis condolencias lleguen para todos ustedes. Espero q si existe alguna forma en que nuestros padres se encuentren sería muy grato para ellos como los buenos amigos que siempre fueron, como lo somos nosotros, porque tendrían mucho de qué hablar, de siembras, de animales, de arroz y de frijoles y las cosas del campo que tanto les gustaba. Un abrazo
Ay Eddy me has hecho llorar qué escrito tan precioso
ResponderEliminarPorque eres una persona de noble alma, gracias por leer
EliminarLindos recuerdos de esos padres maravillosos que tuvimos nunca salen de nuestro corazón EPD tu papi Eddy
ResponderEliminarTuve el placer de conocerlo, siempre esparciendo y regalando sonrisas de bueno cada vez que lo vi
ResponderEliminarEPD Emilio Del Valle !!Gran ser humano y padre,y me hace recordar a mi padre también en éstos momentos a parte de ser muy buenos vecinos y personas, eran muy buenos amigos..Saludos
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