(Éste
artículo es libre de ser leído pero está dirigido de manera exclusiva a mis
amistades y familia dispersa por éste mundo)
Cuando
tenía 12 ó 13 años de edad (1976 – 1977), por mis ahorros de la
mesada semanal y con la ayuda de mis padres, me compré un anhelado artefacto,
una cámara fotográfica marca SMIENA, de fabricación Rusa.
La
verdad es que pagué una fortuna por
ella, 35.00 pesos, tengamos en cuenta que mi viejo tenía un salario de a penas 127.
Y yo
loco con mi cámara le hacía fotos hasta las lagartijas (como decía mi viejo).
En
aquel entonces casi todos los rollos fotográficos de 35 mm que se comercializaban
en Cuba procedían de la RDA, así mismo, de La República Democrática Alemana.
No
recuerdo si existían a color o si lo que no había era laboratorios
especializados de revelado para negativos a color o puede ser que fuera muy cara
esta opción, la verdad no recuerdo, pero si se comercializaban rollos para
diapositivas y esos no eran negativos, eran “positivos”, o sea la película al
revelarse ya era a color y visible en proyectores de diapositivas u otros
dispositivos para tales efectos.
Me
compré algunas de estas películas, tres rollos exactamente y por cosas de la
vida y de las tecnologías, nunca pude imprimirlos en cartulina, no había la
tecnología en Cuba o por lo menos a mi alcance.
El
tiempo fue pasando y mientras más años pasaron, más valiosos se volvían para
mí, por los gratos recuerdos que contenían y por lógicos sucesos posteriores de
la vida que aumentaban el valor de aquellas retenidas escenas del pasado, como
el buen vino y así pasaron de un día en otro más o menos cuatro décadas.
Durante ese periodo conservé el celuloide de
los “positivos” lo mejor que sabía y pude, con los recursos a mi alcance;
muchas veces pensé en enviarlos con amistades o conocidos al extranjero pero
desconfiaba de que no le dieran toda la importancia que tenían y que los perdiera
sin obtener el resultado deseado.
Primero
pensaba en fotos impresas, pero la manera de pensar con los cambios y las
modernidades fue lógicamente evolucionando y ya el sueño era más simple,
digitalizarlas.
Su
conservación no fue pasiva, muchos experimentos que realicé buscando la manera
de digitalizarlos con mis propios medios, pero todos fueron infructuosos o
fallidos.
Un
buen día mi hijo mayor se fue a trabajar a Berlín y cuando visitó Cuba por
primera vez, le di la imaginada tarea porque estaba seguro que era muy posible
cumplir con mi deseo.
Transcurrieron
tres meses más y un día me vi sentado en una nave aérea de la lamentablemente
quebrada aerolínea AIRBERLIN.
Cuando
llegué a Tegel, además de los -5 grados reinantes, descubrí que las añejas
películas “positivas” estaban tal cual, muy bien guardadas pero sin inicial
gestión alguna; la gran dinámica de la vida del primer mundo no deja mucho
tiempo disponible y después de esperar cuarenta años unos meses más menos no
eran significativos, no había nada que reprochar y estaba feliz porque sentía
que la solución estaba bien cerca.
Entonces
en mis frecuentes y solitarias andanzas por la ciudad como explorador,
descubridor, entre tantos nuevos estímulos visuales, tanta nueva información
imposible de procesar para quien no está acostumbrado; en aquellas búsquedas
constantes de cosas diferentes, tantos lugares interesantes, entre col y col,
yo buscaba también un estudio fotográfico.
Y lo
encontré a muy pocas calles de donde me quedaba y lamentablemente a menos de 24
horas de mi regreso y con todos los bolsillos languideciendo después de turismo
y una boda en Copenhague.
En
el estudio fotográfico me atendieron muy educadamente y respondieron satisfactoriamente
a todas mis preguntas e inquietudes; me llevé su tarjeta y les dije que muy
pronto les mandaría a mi hijo.
Bueno
todavía pasaron unos meses más y finalmente las imágenes digitalizadas llegaron
a mis manos.
He
decidido publicarlas en éste blog sobre todo por la diáspora familiar, y de ésta manera
podran ser vistas estén donde estén mis parientes y personas cercanas.
Soy
consciente de que esta sencilla historia y sus mencionadas fotos llenas de
rayones y con poca nitidez, no tiene nada de especial para el resto del mundo.
PLAYA GUANABO
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Mi hermano y yo |
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Mis sobrinos Javier y Jorgito y la novia de alguien |
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Idelio, José y Jorge (El asfalto está algo caliente, vean el rostro de algunos y los pies) |
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Mi abuela materna, tía Estrella y su esposo. |
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Mi tía Tulí y el que mató a un cocodrilo (parece) |
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Tulí con mi primo Riguito y su mamá (mi tía) |
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Mi hermana Nancy con su hija mayor, Mayelin |
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Nancy, esposo y Mayelin |
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Mayelin con su papá Enrique |
MARILYN
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Mi mamá en la ventana de su cuarto |
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Mi sobrina Mayelin |
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Mi hermano sembrando arroz |
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Selfie y su famoso palo, son términos muy novedoso pero el autoretrato es más antiguo que yo |
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Mis viejos y yo |
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Mi viejo con unas de sus vacas en el jardín de mi casa |
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Javier y Mayelin |
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Mayelin |
Qué lindos y valiosos recuerdos. Tu hijo nos hizo una foto con cámara antigua no se si es misma...
ResponderEliminarEs la misma cámara, greacias por tu comentario.
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