A finales del 2001 me dirigía a visitar a mis
padres y en Consolación del Sur tomé un transporte popular que hacía el tramo
Consolación – Herradura y me encontré con esta curiosidad ocurrente que quiero
ahora compartir con mis grandes minorías de lectores.
Soy un aficionado de la fotografía como de otras
muchas cosas en esta vida, un eterno aprendiz de todo y por ello casi seguro,
maestro de nada y en aquel entonces tenía la suerte de tener una cámara digital
pero no tenía Internet lamentablemente y la he guardado todo este tiempo
esperando por ustedes seguramente y este momento.
Tampoco es nada para que se congestionen las redes, ni las sociales ni las de pesca o se frían un par de servidores de Google.
Tampoco es nada para que se congestionen las redes, ni las sociales ni las de pesca o se frían un par de servidores de Google.
Bueno fin del suspenso, ahí les va:
Para los lectores que no sean cubanos y que por sus
mentes les pase que la señora llevaba su “mascota” de paseo, lamento
decepcionarlos pero las intenciones de la señora con cartera porcina o con piel
de cerdo, estaban en la onda de transportación, cría y consumo, algo así como
puerco – transporte – economía interna.
Yo como tímido paparazzi enfoqué la cámara lo menos
ambicioso posible y por suerte el rostro de la depredadora de cerdos no aparece
en la foto y así evito tener que lastimar a nadie, pero en cambio tengo la
expresión de los mil dólares en la pasajera sentada, cuya cara casi recibe un
ósculo porcino.
Creo que he perdido la oportunidad de escribir una
novela tremenda como la de Antón Chejov, porque seguro él viajaba en un transporte
popular como yo cuando vio o conoció a la “Dama del Perrito” que inspiró su
obra publicada en 1899. Lo pensaré.
Me imagino que ya a estas alturas, ese cerdito vivió obeso y feliz hasta las 200 libras y murió de manera "natural", naturalmente como mueren los cerdos en este país, en algún fin de año o en el cumpleaños de la señora y que conste que no lo digo por su condición de cerdo porque a fin de cuentas, el chofer de ese transporte a pesar de la manera que trataba a sus pasajeros, seguramente vive todavía.
Me imagino que ya a estas alturas, ese cerdito vivió obeso y feliz hasta las 200 libras y murió de manera "natural", naturalmente como mueren los cerdos en este país, en algún fin de año o en el cumpleaños de la señora y que conste que no lo digo por su condición de cerdo porque a fin de cuentas, el chofer de ese transporte a pesar de la manera que trataba a sus pasajeros, seguramente vive todavía.
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